Quien, al menos, planta un árbol antes de su muerte no ha vivido inutilmente

 

 

 

 

 



ÁRBOLES

 

 

 

“SON OBREROS INCANSABLES Y GRATUITOS, CUYO SALARIO PAGA EL CIELO”


Son palabras; de reconocimiento y muy merecidas, dedicadas a los árboles por el botánico aragonés, Joaquín Costa (1846/ 1911)



Hace años, en otro blog, reproduje unas palabras de este botánico, que tuve la suerte de encontrar en un libro antiguo de la familia. Me han venido de nuevo a la memoria, con motivo de la noticia reciente sobre el ficus del barrio de Triana (Sevilla)… que querían talar y hacer desaparecer con la excusa de que podía causar daño, debido a su mal estado. Estado al que llegó por falta de cuidado, no porque en sí, ese árbol, ni otro, en sí mismos sean dañinos. Sino todo lo contrario, los árboles, siempre dan y promueven vida en sí y en lo que ofrecen y en muchos sentidos.


Por eso me gustaría traer nuevamente algo de lo escrito por este amante de la naturaleza al que me refería más arriba, para que sirva de reflexión y valoremos cada vez más lo que significa el arbolado.


Comparto a continuacion parte de su mensaje:




Los árboles, se dice, son los reguladores de la vida. Rigen la lluvia, y ordenan la distribución del agua llovida, la acción de los vientos, el calor, la composición del aire. Reducen y fijan el carbono conque los animales envenenan, en daño propio, la atmosféra, y restituyen a esta el oxígeno que aquellos han quemado en su vivido hogar de los pulmones; quitan agua a los torrentes y a las inundaciones, y la dan a los manantiales; distraen la fuerza de los huracanes, y la distribuyen en brisas refrescantes; arrebatan parte de su calor al ardiente estío, y templan con él la crudeza del invierno; mitigan el furor violento de las lluvias torrenciales y asoladoras, y multiplican los días de lluvia dulce y fecundante. Tienden a suprimir los extremos, aproximándolos a un medio común. Las plantas domésticas encuentran, en ellos, protección contra el frío, contra el calor, contra el granizo, contra los vientos y el progreso de las arenas voladoras. Almacenan el calor excesivo del verano y el agua sobrante de los aguaceros, y los van restituyendo, lentamente, durante el invierno y el tiempo de sequía."


"Mantiene el aire saturado de humedad, evaparonado, lentamente, el agua que en los suelos desnudos desaparece en obra de días o de horas; multiplican la superficie de emisión calorífica a los epacios; refrescan el aire interarbóreo interceptando el paso directo a los rayos solares y a las corrientes aéreas que los suelos descubiertos han caldeado; determinan brisas frescas de montañas durante las horas de más calor. En el curso del día disminuyen la acción calorífica del sol y la frigorífica de la radiación nocturna, con el curso del verano obran como refrigerantes por dos vías diferentes, evaporando grandes masas de agua, que hacen latente el calor sensible de los árboles y del agua, y descomponiendo el ácido carbónico por el acto de la vegetación, que transforma igualmente el calor solar, haciéndolo pasar a estado latente, en invierno, por la combustión de sus ramas, lo convierten de latente en sensible, pudiendo decirse, con propiedad, que almacenan lo sobrante de los calores estivales, para proteger contra los fríos rigurosos del invierno; prenden al sol las mallas de sus tejios para que no nos abrase durante el verano, y lo dejan en libertad en nuestras chimeneas en la estación cruda, para restituir su flexivilidad a nuestros ateridos miembros…"

"...Obran, también los bosques, a modo de mares interiores, moderando las temperaturas extremas. Refrigeran el aire en el verano, y lo entibian durante el invierno; así como, en un pozo, la temperatura del agua y el aire se mantiene casi uniforme en todo tiempo, pareciéndonos, por esto, fresca en el estío y templada en el invierno, así los bosques levantan, termométricamente, la superficie del suelo a la altura de las copas y cierran un espacio menos expuesto a las variaciones admoféricas en el espacio circundante."





"Que fomentan las lluvias, no permite ponerlo en duda la experiencia. Los vientos que vienen del mar cargados de humedad, dejan su preciosa mercancía allí donde los convidan a descansar esas factorías del comercio universal que llamamos bosques. La capa de aire frío que los circunda por todas partes, efecto de la evaporación incesante del agua por la exhalación de las hojas, produce el efecto de un vaso refrigerante, a cuyo influjo el calor se condensa en nubes, y las nubes se precipitan en lluvias, mientras que su madre, la mar, hizo oficio de generador del grandioso alambique. Y no solo obran como refrigerante y condensador de los vapores acuosos procedentes del mar, de los ríos, de las tierras cultivadas; son, además, generadores directos del vapor, aumentando la superficie de evaporación del agua de lluvia retenida en su follaje y en el cesped y matojos que crecen a su abrigo, y exhalando por las hojas, el agua de vegetación absorbida por las raíces. Verdaderas bombas aspirantes, levantan el agua oculta en las entrañas de la tierra, por las raíces, y la rrojan, en forma de vapor, a la atmósfera, por conducto de las hojas. Aumentan la masa de vapor acuoso en ela atmósfera, disminuyen su temperatura, dificultan el paso de las corrientes aéreas:

no hay que decir más para comprender el influjo del arbolado en la producción de las lluvias."

 

Bien:


Aunque se puede exponer o decir muuucho más, todos lo sabemos, con esta muestra es más que suficiente para darnos cuenta de que los necesitamos y no solo tenemos que cuidarlos y promover su crecimiento sano y cultivo… sino que, también, hay que defenderlos/nos del ataque egoísta o psicópata de los "depredadores"

 

https://youtu.be/5JoEyWKp_nI 

 


 

Comentarios

Entradas populares