El último tren
Bueenaaas...
Con motivo de un viaje en tren; he recordado un cuento: "El último tren"
Lo publiqué en uno de mis blogs, hace ya unos años.
Lo escribió un amigo Cubano que llegó a España después de vivir un tiempo en Holanda.
Él, es escritor, más abajo os dejaré enlace para que echéis un ojo a parte de su obra y si os atrae podáis adquirir algún libro.
Por mi parte, hoy; voy a publicar en este nuevo blog, el cuento que os comentaba más arriba.
La primera vez, lo hice en otro y por petición de él mismo.
Espero que os guste la lectura,
Gracias por leer
Flora
El último tren
Al principio pensó en un beso inolvidable: asirla por los hombros, apretarla contra el espaldar del asiento. Impedir que se moviera, evitarle incluso la respiración durante varios segundos hasta que ella al comprender: sumisa, obediente, aceptara el contacto de sus labios.
Cruzó los brazos y volvió a contemplarla; ella permanecía quieta. Demostraba en aquel sueño una languidez igual a la muerte. Era una mujer nueva, de primer viaje, dormida frente a él, relajada, perfecta. Dos veces se incorporó y volvió a sentarse, en cada oportunidad más cerca de la mujer y más arrepentido de volver a su asiento sin valor para besarla.
El tren había llegado a su pueblo pero no se levantó. Por un momento quiso olvidarse de todo y saltar al andén, pero al mirarla, con la intención de llevarse una última imagen de aquella mujer pálida, descubrió los labios húmedos, entreabiertos; a él le pareció una premonición feliz. Por alguna razón debía continuar viaje. Permaneció sentado un par de kilómetros más. La contemplaba alerta, listo a cambiar su mirada en el instante que ella abriera los ojos. Entonces sospechó que era absurdo sobrepasar el puente del río hacia los interminables prados, a cambio de la cobardía de sólo mirar, absurdo y enfermizo como en el mirar de los borrachos que subían al tren todas las noches.
Luego, comenzó a ver las cosas de otra forma, en realidad era un imbécil y quizá ella alguna mujer inaccesible, perversa, con aquellos labios que parecían decir bésame si te atreves. Tenía que haberlo hecho antes, tenía que hacerlo ya. Protegido por la penumbra que generaba la cortina de pinos, se abalanzó sobre ella rozó sus labios y corrió hasta la puerta. Saltó a la tierra mojada y repetía: Lo hice, lo hice, mientras trataba de encontrar equilibrio entre las piedras. Rodó sobre la hierba húmeda, se agazapó tras un tronco hasta que el tren sobrepasó el puente de hierro.
Unos minutos después comprobó que nadie lo había seguido, que ni siquiera la mujer se asomó a la ventanilla para reconocerlo y acusarlo de pervertido en otra oportunidad. El valor que casi no reconocía en él lo había llenado de certidumbre, a partir de ahora su vida iba a cambiar. Una noche, quizá mañana o el próximo mes coincidirían en el tren, y ya ni siquiera tenía que ser un vagón en penumbras y casi vacío, como hoy. Entonces sí le diría, hasta esto del beso, que a él le pareció un acto de locura buena y ella lo iba a entender así, porque seguro vivía esperando un hombre como él y quizá ahora sonreía despierta por la sensación en los labios.
Regresó al pueblo siguiendo el camino paralelo a la vía férrea. La soledad y la penumbra, pero no tenía miedo. Pensaba en la mujer y sonreía con aquella cara que nunca perdió los rasgos de niño. Iba imaginándolo todo, desde su rostro lánguido hasta el encuentro futuro, sin imaginar que ya ella estaba muerta.
Es un cuento de,
Parte del comentario de Alajandro, en aquella ocasión
07/20/2015 19:24
Mil gracias, Flora, por publicar este cuento en tu blog, ………………………. Del personaje no voy a hablar, como escritor te digo que me lavo las manos. Allá él si parece cobarde o ridículo. Los personajes tienen vida aparte al autor y muchas veces no son como lo imaginamos, sino que se empecinan en hacer de las suyas; además, sería discriminativo y errado pensar que un personaje protagónico debe ser positivo o inteligente………………. …………………………………………..
Un abrazo”
07/20/2015 20:57
Ya te dije, Alejandro, que era yo la que agradecía la confianza, realmente siento que eres tú el que me ha ofrecido algo, soy yo, la favorecida; lo digo como lo siento (me encantó tu propuesta). Lo que dices acerca de los personajes, pues sí, supongo que sucede como con los hijos (o algo parecido) que hacemos lo que podemos, nada más... luego, ellos toman las riendas y de lo que pensamos que iba a resultar, pues nada ( o peor jejeje). El personaje de tu cuento, para mí, es un soñador, y como todo soñador, sueña lo que desea y tanto se llegó a convencer en sus fantasías, de lo que la mujer deseaba y necesitaba que se atrevió a dar un paso e ir más allá, a pesar del miedo que le impulsó después, naturalmente; a la huída...
https://youtu.be/wnJAl46Xhg4?feature=shared
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