EL PARTO DEL ALMA

 

 


 

 

 

Cada día es diferente; aunque a veces cueste encontrar los detalles que delaten que hoy, es distinto de ayer...


Hace muy poco viví un día importante y especialmente diferente...


Aquella mañana, como casi todas, desde hacía ya bastante tiempo, hablé con él:


-¡¿Qué tal te sientes hoy, cómo va el catarro…? ¿Has tenido ganas de desayunar?


-Sí, he desayunado muy bien, leche y galletas. Y me encuentro mejor, la noche también la he pasado mejor…


-¿Qué día hace, ha llovido, por ahí?


-Ni una gota, hija… ¡con la falta que hace y lo bien que sentaría a todo. A nosotros, al campo, al ambiente…


- Bueno niña, le voy a decir a Rosi, que se ponga, que no escucho, hoy, muy bien…


-bueno papá, ¡te quiero! dame un abrazo y pásale el teléfono…


-Yo también te quiero hija, un abrazo muy grande… grande grande. Y no salgas a la calle, que por ahí hace mucho frío. Y si sales ponte un pañuelo al cuello, que tú eres muy delicada de la garganta, como yo… Rosi, toma, habla con mi niña. (16 de Noviembre de 2022)



A las 16: 45


mi hermano llamó para anunciarme que habían llamado al médico porque se sintió mal, y que se iba (me dijo)… pedí que abrieran el altavoz del teléfono. Me dijeron que tenía los ojos cerrados y parecía inconsciente… pero en cuanto comencé a hablarle, comenzaron a caer unas lágrimas por la comisura de sus ojos, y sé que no eran lágrimas de pena sino de paz y sosiego,.. Él confiaba en mí y me amaba mucho. Sabía que “estar allí presente, hablándole, a su lado” le iba a dar paz en ese momento crítico, que así partía más tranquilo… (¡papá, tranquilo, no tienes que hablar, solo escúchame, no estás solo, yo estoy ahí contigo, a tu lado, tomando tu mano, de corazón. Mira al frente, mamá y el niño vienen a recogerte, no estás solo, también saldrán los abuelos, tus padres, a recibirte. Eres un alma divina, ¡papá Eres un Hijo de Dios!, no hay nada que temer, te quiero, papà…!)


Así, desde muy lejos en distancia, pero muy cerca del corazón, me despedía del hombre que me aceptó, desde el alma, en su vida humana como hija. Mientras le hablaba, exhaló su último aliento y partió en paz. Para mí fue un gran consuelo poder “estar a su lado en el parto de su alma hacia otro estado de vida, de paz...”


Y doy gracias, por la inyección de valor del momento, para no derrumbarme y poder hablar con fuerza y amor a ese ser que tanto debo, que tantas veces me llevó de la manita, que tantas veces, consoló mis dolores de niña, que tantas veces, pasó frío o calor y perdió horas de sueño por mí y mis hermanos, sus hijos… a los que tanto quiso y por los que siempre luchó para que intentáramos ser los mejores en lo que hiciéramos…


No conozco a nadie perfecto, que no se equivoque nunca, que ya lo sepa todo… de pequeña, sí creí que él era perfecto, que lo sabía todo, que él era el mejor. Con el tiempo vi que era tan humano como cualquiera, pero ser hijo como ser padre, significa amar. Y el amor es comprensión y consciencia… esto, permite amar más allá de condicionamientos o perfecciones, no sientes la necesidad de que otro sea perfecto para amarle.

...


Es una bendición poder estar y servir en algo,( poco o mucho, lo que sepamos o podamos) a los seres que amamos en los días más importantes de su vida.

A tener en cuenta:

Todo parto necesita comadrona. No es grato que el hombre nazca ni muera solo

 

https://youtu.be/Zv87g2egFdQ 











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